¿Para qué sirve hacer puenting? ¿Por qué la gente se tira en paracaídas? ¿Cuál es la razón de que muchas empresas lleven a sus ejecutivos a pasar miedo en un albergue solitario, en medio de un bosque, donde les someten a todo tipo de pruebas arriesgadas? ¿Por qué muchas personas se sienten más felices y con mejor salud si practican algunos deportes que implican un cierto riesgo, como la escalada en roca, el surf o caminar por terrenos aislados y difíciles? En realidad, se trata de aplicar una especie de «vacuna o antídoto» contra el estrés. En la vacuna contra un virus se inyecta una pequeña cantidad de virus atenuados o muertos que nos inmunizan sin matarnos. Las vacuna contra el estrés consisten en vivir dosis pequeñas, atenuadas, de una situación estresante y controlada para mejorar la resistencia a las situaciones estresantes graves a las que esa persona está expuesta en la vida real.
En parte su efecto beneficioso tiene raíces psicológicas que se basan en el principio denominado «control de la experiencia». Según parece, superar estas situaciones de riesgo controlado durante las cuales se ponen en marcha los mismos mecanismos del estrés real permite adquirir una experiencia controlada sobre la respuesta de nuestro organismo. Esta experiencia controlada mitiga la percepción del estrés y reduce el daño que pueda ocasionar en el individuo la excesiva producción de mediadores como sucede en un estrés real.
Estas respuestas también forman parte de un fenómeno más general de gran importancia en medicina que se denomina «hormesis»: un agente físico o biológico o una sustancia que a dosis elevadas produce un efecto tóxico, negativo o incluso la muerte, en dosis mucho más pequeñas puede proteger o ejercer efectos beneficiosos para el organismo: «lo que no nos mata nos hace más fuertes». La hormesis permite desarrollar una respuesta adaptativa en el organismo mediante cambios en la expresión de determinados genes (mecanismos epigenéticos). Se puede aplicar a todo lo relacionado con la longevidad y a los efectos del estrés sobre ella.
Por lo tanto, la gente, cuando practica esos deportes o entretenimientos arriesgados, suele justificarse con la frase «me sube la adrenalina», aunque no sepa apenas nada de esta hormona. La adrenalina es, con el cortisol, una de las dos hormonas esenciales en la respuesta al estrés. La adrenalina interviene en la formación del llamado «aprendizaje del miedo». Por lo tanto, es muy beneficioso someter de vez en cuando a nuestro organismo a situaciones de riesgo controlado (tirarse por una montaña rusa o practicar deportes de riesgo) para poder soportar mejor el miedo inesperado.
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